Capítulo 02: La Sacerdotisa de Gensokyo y los Quince Volúmenes Fascinantes – Parte 2


Los tres libros que poseía Reimu, la sacerdotisa de Gensokyo, han despertado el alma de coleccionista de Rinnosuke, por lo que planea conseguirlos a través de un hábil intercambio. Sin embargo, en ese momento llega la dueña original... ¡La conclusión del capítulo uno, “La Sacerdotisa de Gensokyo y los Quince Volúmenes Fascinantes” comienza ahora!

La Sacerdotisa de Gensokyo y los Quince Volúmenes Fascinantes – Parte 2

—Gracias por esperar. Uf... Esta ropa es demasiado grande. Es difícil caminar con esto.

Reimu mostraba su insatisfacción mientras volvía. Bueno, esa es mi ropa después de todo así que no hay más remedio. Hay una importante diferencia de tallas entre nosotros, pero fue ella la que subió y tomó mi ropa en primer lugar.

—Oh, pero si es Marisa. ¿Qué estás haciendo en un lugar como este?

—Esa es mi línea. Solo vine a chequear si había algún producto nuevo, como lo haría un cliente.

—Reimu, esto es una tienda, ¿podrías dejar llamarlo “un lugar como este”?

—Cada vez que vengo nunca hay clientes. La ubicación tampoco es tan buena.

Tomé el libro que estaba leyendo anteriormente mientras Marisa replicaba:

—Creí haberte dicho que soy una clienta. —Reimu caminó hacia uno de los aparadores, tomó una tetera y empezó a preparar té como si fuera la dueña del lugar. Siempre hacen lo que quieren. Ni siquiera son clientes.


Mientras observaba los libros de Reimu, pensaba para mí mismo que debía pretender que no los había notado para nada así podía hacerlos míos.

—De cualquier manera, tomaré tu pedido para remendar tu ropa. Pero sabes que no lo haré gratis, ¿cierto?

—¿Por qué? —preguntó Reimu mientras seguía dándome la espalda.

—¿Por qué? ¿Estás bromeando? En un negocio, como verás, se requiere que los clientes paguen un precio razonable por los servicios.

—Eso ya lo sé. Yo le pago a mi vendedor habitual cuando voy de compras, lo mismo pasa con el templo. Los deseos son concedidos a cambio de donaciones.

—¿Estás diciendo que yo no soy uno de tus “vendedores habituales”?

—Pero tú no estás interesado en el dinero, ¿verdad?

—¿Cuándo dije algo así? No estés decidiendo cosas por tu cuenta.

—Bueno, nunca recibes dinero.

—¿Qué estás diciendo? Los costos por tus pedidos y lo que tomaste de aquí está todo a tu cuenta.

Mientras se servía té en su taza, replicaba,

—Eso es porque nunca ando con dinero encima. Pero tampoco es como si tuviera algo en casa —replicaba mientras servía té en su taza.

—Nadie hace donaciones, ¿eh? Rezarle a tu templo no te concede deseos.

—Oh, ya veo, ya que estabas hablando de eso, tú estás interesado en estos libros, ¿no?

Reimu bajó su taza, se sentó a mi lado y comenzó a hojear los libros que pronto serían míos.

—Reimu, estos libros no son suficientes para pagar tu cuenta.

—Estos libro, sabes, parecían muy importantes para la youkai que exterminé. Definitivamente deben valer algo.

Marisa me miró con una cara de “Te lo dije”, y debido a eso estuve a punto de reírme, pero me contuve.

—Bueno, déjame echarles un vistazo. Hm... Ya veo. Están muy bien hechos, pero parecen nuevos. Cuando se trata de este tipo de cosas, mientras más antiguo, mejor es el precio. Después de todo, no son nada especial. Tal vez eran cosas que la youkai no veía muy a menudo y por eso los tomó.

—Entonces estos libros por todo lo que hay en mi cuenta suena como un trato justo —dijo ella con una sonrisa.

No escucha a los demás y no comprende el concepto de que las cosas tienen un valor, un precio. Para ella, el dinero no es nada más que alguna clase de papel o metal. Como sea, debe haber sentido ligeramente que los quería. Pero de todos modos...

—Muy bien, de acuerdo. Te compraré los tres libros.

—¿Eh? ¿Los tres?

—Uno por arreglar tu ropa. Otro por el costo del alquiler de la ropa que estás usando ahora. Y el último...

—Oye, espera un momento, ¿y qué hay de la cuenta?

—Oye, ¿exactamente cuánto crees que hay en tu cuenta? No es mucho, pero no lo puedes pagar solo con estos libros.

Es así. Reimu toma los productos de la tienda y hace pedidos de ropas y herramientas. Incluso he preparado su vara de purificación.

—Ni modo, ¿eh? Está bien, entonces lo que había en la cuenta se queda en la cuenta.

Miré a través de la ventana. Es verdad, tuve un mal presentimiento desde esta mañana.

—¡Por cierto, el último es por el costo de las reparaciones de la puerta!

Se oyó un golpe fuerte.

Los sonidos de la puerta de la tienda siendo golpeada se hacían cada vez más fuertes. Un libro tal vez no valga este problema...

—¡Ya sé que la chica de rojo está ahí dentro! ¡Ella es la que tomó mis libros!

En la puerta había una pequeña y furiosa niña, o eso parecía ser. Su ropa estaba hecha un desastre, debe haber sido la que Reimu dijo haber exterminado anteriormente.


—Uf, qué persistente eres. ¡Perdiste contra mí así que vuelve arrastrándote al bosque!

—¿Uh? No estás de rojo.

—Hoy estoy de azul.

—¡Solo devuélveme mis libros!

—Aunque me los pidas, ya no puedo hacer nada al respecto. Ya no los tengo más conmigo, así que ríndete.

—Qué cruel... ¡¿Entonces dónde están?!

Los libros son míos ahora, y por supuesto, no tengo intenciones de regresarlos. Como sea, ya no puedo hacer nada al respecto. En respuesta a eso, las chicas dijeron:

—Es increíble que hayas vivido tanto tiempo de esa manera. —Pero pienso que eso es normal, y lo he vivido “muchas veces”, más de lo que ellas piensan... Rápidamente miré a Reimu.

—¡Oye, Marisa! Te ves bastante aburrida.

—¿Eh, qué? Cosechas lo que siembras. Hazlo tú misma.

—No me puedo mover bien con esta ropa. No es tan peligrosa, así que puedes con ella Marisa... Pero cuídate de sus ataques por detrás.

—¿Le estás diciendo que debería cobrar su venganza conmigo? Dios, Reimu...

Marisa brincó de la olla y se dirigió hacia la chica aparentemente de buen humor.

—Ponlo en mi cuenta.

Por supuesto, nunca vi a Reimu prestarle algo de dinero a Marisa.

—Aquí estoy. La de rojo se dio por vencida. Su madre tomará su lugar.

—¿...Qué quieres decir con “su madre”? ¡No hay forma de que sea así!

—Es una huérfana.

Reimu regresó a su asiento y comenzó a tomar té.

—Si van a pelear, háganlo fuera de la tienda. Si destruyen algo más, ustedes van a ser las que paguen los costos por los daños.

—Ya lo sé —dijo Marisa y bruscamente empujó a la youkai hacia afuera.

—De cualquier manera, bien por ti, Kourin, por conseguir los quince volúmenes.

Sorprendido, miré a Marisa. No recuerdo haberle contado nada acerca de que era un set de quince volúmenes.

—¿Por qué piensas que es de quince?

Marisa arrojó el libro que estaba sosteniendo hacia mí.

—Echa un vistazo a la parte de atrás de ese libro.

Giré el libro y vi la parte de atrás. “Total de 15 volúmenes" era lo que estaba escrito en letras pequeñas.

Estaba nevando afuera. Si no reparaba la puerta pronto, se iba a poner feo acá adentro.

—Dios, Reimu, siempre que vienes aquí nada bueno pasa.

—La misma tienda no tiene nada bueno. Toma el té.

Me senté a su lado y tomé el té. Tenía un aroma extremadamente placentero.

—Ah, este té. Usaste las hojas de té que estaban detrás de la estantería, ¿no?

Y yo que pensaba que era té que Reimu había comprado.

—Este era el que tenía el mejor olor.

—Es de la mejor cosecha. Lo estaba guardando para una ocasión especial...

—Oh, ¿habrá alguna vez tal ocasión?

Reimu estaba completamente relajada y de buen ánimo. Se podían oír los sonidos de Marisa divirtiéndose y riendo y los llantos de su compañera youkai.

Eso es relativamente lo normal. No creo que estos días fueran especiales.

—Rinnosuke-san, de cualquier modo, tú no vas a vender estos libros, ¿cierto? Todos los artículos siguen aquí como siempre.

La mayor parte de la mercadería aquí es mi colección. En efecto, no quiero que nada se vaya tan fácilmente.

—No, todo es mercadería propiamente dicha.

Tal vez no esté hecho para ser un hombre de negocios...


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